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- Párpado

- 22 oct
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 24 oct

Este Blog nació el 25 de noviembre de 2020. Llegó a tener 17 autores y autoras, publicó 111 textos y contenidos originales, y hoy llega a su fin.
Como editor, agradezco a los otros dieciséis autores que donaron sus creaciones y escribieron para este espacio. Los ciclos empiezan y acaban; el del Blog de Párpado empezó a raíz que me gustaba compartir mis textos y fotografías con Ana Mary Rodríguez, maestra que tuve en la infancia y adolescencia, y referencia en mi vida y en la vida de muchos de sus estudiantes y familiares. Ella me comentaba mis envíos y, en algún punto, para no abrumarla, le pedí su correo para suscribirla y hacerle llegar los contenidos que comencé a publicar en la página de Párpado de una manera más formal.
Para no volverlo un monólogo intermitente, siempre extendí la invitación a otros autores para compartir y publicar lo que desearan. Recomiendo, por ejemplo, los cuentos de Sylvia Zárate, María Zumaya, Adrián Díaz y Teófilo Guerrero que publicamos. Son joyas de la narrativa que, como otros textos y publicaciones gráficas de Párpado, no perderán vigencia aunque pase el tiempo.
Quedarán los ciento once episodios / historias a disposición de quien quiera teclear www.parpado.mx, dirigirse a la Sección del Blog y sondear y leer. Seguirán ahí, accesibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana (como las farmacias), para quien tenga ese interés.
Internet 2.0
Se pensó este espacio para la creatividad, la reflexión y la posibilidad de crear contenidos de valor de interés público. Se haya logrado mejor o peor, siempre fue ese el objetivo. ¿Por qué este ciclo llega a su fin ahora? No porque parezca menos necesaria o importante esa posibilidad de expresión; quizás, simplemente, porque el tiempo no vuela en vano. Y el mundo cambia. Y no queremos parecer anquilosados o pasados de moda (aunque lo estemos, con plena convicción).
La idea del Blog era precisamente homenajear esa fase ya antigua de Internet (2.0) donde todavía existía cierta capacidad de construir consensos y debates, a través de blogs y otros portales, mucho antes que las redes sociales dinamitaran ese mundo, y surgieran miles de burbujas donde cada usuario vive encerrado en sus propias filias y likes (espacios fáciles de cooptar para el mundo del capital y del consumo con publicidad eficaz, ejecutada por algoritmos, para satisfacción de todos y a la medida de cada quien).
El exceso de la imagen como virtualidad de algún modo ha colapsado el papel que ocupaba antes el texto. Escribo en líneas generales, a riesgo de equivocarme en el sesgo que induce toda generalización. Hay que agradecer también las virtudes de estos cambios, naturales en la evolución de la comunicación: portales como YouTube, con excelentes contenidos de todo tipo; el surgimiento de canales exitosos de buen entretenimiento (podcasts, plataformas, series); la diversificación de las industrias fílmicas y audiovisuales que gracias a los netflix han potenciado como no ocurría desde las décadas de oro del cine mexicano la exhibición y producción de este país (y de otras regiones del mundo); la propia IA, cuando se entiende su potencial, que es fascinante.
El mundo digital, como demuestran espacios y circuitos vigorosos, independientes o de mayor envergadura del mundo analógico, nunca acabó por desplazar a medios como la radio, el cine, el libro, los conciertos, la televisión y otros que siguen humanizando (fertilizando) la vida pública. Se mezcla con todos ellos pero, en esencia, no los sustituye. Por eso hay que entender la virtualidad en su justa medida y la comunicación humana (culturas, subculturas) como un proceso mucho más amplio y complejo que el de los likes y las plataformas que son bastante efímeros en la big picture (aunque, en el momento, llamen mucho la atención). Posiblemente en pocos años ya no existirán las redes que hoy más se utilizan, sustituidas por nuevas que hoy ni siquiera se imaginan. Si algo tiene la tecnología digital es el vértigo; la ligereza del peso de la información parece haber acelerado la velocidad del mundo, pero esto es simplemente la ilusión de un mundo informacional. Los procesos culturales y sociales humanos siguen siendo lentos, el ser humano actual se sigue pareciendo mucho al ser humano que vio surgir la imprenta: internamente, en lo esencial, sus emociones, sus cuestionamientos más profundos, sus anhelos, miedos y contradicciones no han variado.
La palabra y el futuro y el futuro de las palabras
El mundo editorial ha batallado más para sobrellevar la transformación digital. Pero acabará imponiéndose si los lectores exigen la calidad de lo que leen como exigen la calidad de lo que comen, o simplemente se fastidian del ruido y la desinformación. En ese tránsito, la política de la demagogia y el fanatismo ha echado raíces, y hoy parece que la figura del ciudadano crítico y reflexivo, exigente con sus líderes democráticos, si estaba despertando en el México tras los setenta años de tener un partido hegemónico, hoy ha vuelto a aletargarse con una transición traicionada ampliamente por quienes fueron elegidos de los tres partidos que han gobernado este país, que priorizaron sus intereses individuales y la ambición desmedida, y que no han hecho sino engranar en un sistema de corrupción sin límites que parece que es lo único que no cambia ni cambiará pronto.
La precarización del texto y la cultura ha llevado a la degradación de la conversación pública. En un país presa del crimen organizado y de la corrupción de la clase política, con un capitalismo en una fase bestial a nivel global, con dígitos de inflación de récord, este cóctel se traduce en el rompimiento de tejidos sociales y en contextos difíciles para amplios sectores vulnerables. Con todo, suelen ser las nuevas generaciones las que ante la falta de oportunidad construyen nuevos caminos: muy lejos de enjuiciarlas desde el púlpito de la falsa autoridad moral, es mejor dejarles el camino abierto para que construyan su propia historia, aprendan y dejen ir lo que quieran de las generaciones anteriores, y se apropien de los diversos escenarios laborales, la tecnología y los medios de comunicación con nuevas ideas y convicciones.
Hacernos cargo de nuestras propias herencias, echar mano de las herramientas que cada uno disponga no sólo para el interés personal sino para contribuir en la mejora de las condiciones de vida de todos, es un camino práctico y de profunda necesidad ética para reparar lo que está inservible, descartar lo que está podrido y eventualmente tener un país con el que muchos, en silencio, sueñan, o desconocen aún que pueden soñar.
“Para no desdecirnos de nuestro desvivir…”, escribió la filósofa María Zambrano.
Y Enrique Lihn: “Porque escribí no estuve en casa del verdugo / ni me dejé llevar por el amor a Dios / ni acepté que los hombres fueran dioses / ni me hice desear como escribiente / ni la pobreza me pareció atroz / ni el poder una cosa deseable / ni me lavé ni me ensucié las manos / ni fueron vírgenes mis mejores amigas / ni tuve como amigo a un fariseo / ni a pesar de la cólera / quise desbaratar a mi enemigo”.
Seguiremos en otros canales, nos encontraremos acaso en nuevos caminos. Me quedan muchas historias por contar, ¿quieres que te cuente una?
Emilio Toledo M.
Creador y director de Párpado.
(Fotografía de Henri Cartier-Bresson)





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