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La bici: descolonizar la mente. Sobre el estreno del documental “La ruta que somos”

  • Foto del escritor: Antonio H. Vargas
    Antonio H. Vargas
  • 11 oct
  • 3 Min. de lectura

Ir en bicicleta puede matarte 

pero pasar los días 

sin ir en una bicicleta 

no es una forma de vivir


Jody Rosen (Dos ruedas bueno) 


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Por el encuentro entre españoles y moradores del continente americano, el 12 de octubre se festeja el Día de la Raza; más específicamente, cuando el navegante genovés Cristóbal Colón pisó arenas cubanas en 1492. Entonces se dijo que había descubierto unas tierras encomendadas por dios para evangelizar. Sin duda, se trató de un choque de mundos por las diferencias culturales y, durante 500 años, este presunto descubrimiento sirvió para el saqueo de las regiones del continente, no sólo de metales preciosos sino también en lo cultural.

La idea de que los europeos, en este caso los españoles, proveyeron de educación a unos salvajes es a todas luces errónea: a su arribo, muchas civilizaciones estaban en la cúspide: los Mayas, por ejemplo, con estudios astronómicos y la invención del cero, los Mexicas con su organización política, cultural y militar, o los Purépechas con su tecnología bélica, baste decir la aleación de metales. Así, tal idea pierde fuerza, la realidad se devela: los españoles no trajeron civilidad, fue un sometimiento por medio de las armas y la cruz, algo que en la historia se llama “colonización” de los pueblos de las Américas, los cuales, frente a la idea de un encuentro de dos mundos, han resignificado el 12 de octubre como día de la resistencia indígena y respeto a la diversidad cultural.

De antemano es sabido que el pasado resulta inalterable: la matanza de los españoles está registrada en los anales de la historia, pero aún es posible levantar la voz y cambiar la mente, descolonizándonos de ideas y costumbres europeas.

Descolonización cultural (dice Dussel) es un cambio de paradigma que implica dejar de lado el discurso eurocéntrico, reconocer y dignificar las propias culturas e historias latinoamericanas. La descolonización es un acto ético que afirma la vida, rechaza cuanto la pone en riesgo y promueve la redistribución de los bienes y el poder. La descolonización para Dussel no sólo es independencia de los Estados, sino liberación integral del pensamiento, la cultura y la política, lo que que permitirá a América Latina desarrollar su propia visión del mundo, basada en sus propias experiencias y saberes.

Toda esta digresión no es sino preámbulo para hablar del estreno, este 12 de octubre de 2025, del documental La ruta que somos de César Flores en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), “un viaje íntimo donde la bicicleta se convierte en mucho más que un medio de transporte: es una extensión del cuerpo, una declaración de principios y, para muchos, una necesidad vital. A través del retrato de cinco personajes, este documental revela las múltiples razones que los impulsan a pedalear cada día”.

Ahí es justamente donde se busca enfocar la reflexión: desde su invención, bicicleta ha acompañado a la humanidad en su cotidianidad y ha preparado el camino para la llegada del coche de combustión interna; aunque no se crea, los pneumáticos y las carreteras fueron pensadas como elementos para las bicis. Como invento, el coche vino a revolucionar la vida humana, recortar distancias largas y servir como vehículo de carga.

Sin embargo, documentales como La ruta que somos muestran que todas aquellas personas que decidimos usar medios de trasporte sustentables, llámese bicicleta, scooter, patineta, patines, et cera, sabemos que, además de movernos con mayor fluidez, ejercitamos el cuerpo y la mente, sin mencionar la no emisión de dióxido de carbono y el que, en cierto sentido, tanto su fabricación, compra y mantenimiento son económicos.

El documental también está dirigido de forma muy particular a los automovilistas: se quiere visibilizar el número de gente en aumento que usa la bici, a fin de que las vialidades sean compartidas. Es clara la invitación a respetar la vida de los ciclistas, quienes estamos expuestos, pues el mínimo acercamiento de un coche en movimiento puede descontrolarnos y suscitar accidentes fatales.

No estamos en contra de los autos, sino de la conciencia de un amplio sector de la ciudadanía, automovilistas y servicios de delivery en motocicletas, quienes, con prisa y sin prudencia, ponen en situaciones muy difíciles a los ciclistas. Por eso, este texto inicia con la descolonización, pues la bici es una forma de pensar diferente, un “pensar con los pies” (Jan Robert dixit), incluso una manera distinta de asumir la vida, dejando el caucho de los pneumáticos para disfrutar y caminar las ciudades, conociéndolas desde otra perspectiva; tal como Morelia que, por su arquitectura, es una ciudad perfecta para rodar, un mundo, un microcosmos, un universo de posibilidades.


Antonio H. Vargas

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